La preferencia de los consumidores por marcas y negocios ubicados geográficamente cerca a ellos se denomina localismo y es una tendencia que, incluso antes de la pandemia, venía creciendo de manera importante, en respuesta a la demanda de conexiones emocionales más potentes y de una mayor consciencia sobre el consumo responsable.

Los usuarios reconocen cada vez más el valor de lo propio y se identifican con bienes y servicios de orígenes cercanos que, de alguna forma, conectan con sus necesidades, comportamientos y experiencias.

El localismo abandera el concepto de sostenibilidad al tratarse de productos y servicios que, al ser más cercanos, tienen una menor huella de carbono vinculada a los procesos de distribución y transporte. Así mismo, aporta a la construcción de tejido social mediante el impulso de la economía local, la generación de empleo y la reinversión en la propia comunidad que beneficia a quienes participan de ella, lo cual despierta el sentido de solidaridad y de pertenencia.

Es por todo lo anterior, que las marcas globales están apostando por estrategias que adoptan un enfoque más cercano, buscando establecer conexiones tangibles con las comunidades mediante el uso de componentes culturales y sociales específicos, así como personalizando su comunicación, así como sus productos y servicios en cada región.

Pero en lo que respecta a los negocios locales, la aceleración en la adopción de canales de venta digital apoyó su desarrollo, que hoy demanda nuevas interacciones en el mundo físico. Es aquí cuando la disponibilidad de locales que dejó la pandemia se convirtió en una  posibilidad de bajar las barreras de ingreso para que pudieran acceder más fácilmente a la mezcla comercial del centro comercial, un factor que además de dinamizar la actividad, dio un nuevo aire a la oferta.

Apoyo al emprendimiento local: una línea de acción.

La apertura hacia el consumo local y de proximidad propone para la industria de centros comerciales nuevas oportunidades encaminadas no solo a impulsar a emprendedores locales, sino a afianzar el sentido de comunidad, una premisa sobre que gira hoy la actividad.

Tradicionalmente, los centros comerciales han integrado a sus programaciones, ferias de emprendimiento que llevan los negocios de emprendedores a sus instalaciones. No obstante, estas acciones han evolucionado y algunos ya cuentan con espacios permanentes para emprendedores como es el caso de Distrito Creativo de Nuestro Bogotá, LOCAL de Parque La Colina, Vitrina Armenia de Calima Armenia, Arboleda Emprende de Parque Arboleda, entre otros.

De igual forma, el compromiso por apoyar el consumo local ha transcendido de la dinámica netamente comercial para adentrarse en facilitar herramientas y conocimientos con programas de capacitación orientados a que los emprendedores puedan fortalecer sus negocios.

Fontanar Centro Comercial en Chía, es uno de los complejos que ha apostado por esta línea de trabajo con el Programa Mujeres Emprendedoras 2022, el cual fue ejecutado en alianza con iNNpulsa Colombia, junto a su iniciativa CEmprende y la Universidad de La Sabana y con la que se busca empoderar a mujeres para la toma de riesgos, enfrentamiento de retos y desarrollo de microempresa para generar su autoeficiencia en beneficio de ellas y su comunidad. En su versión 2022, abrió la convocatoria a más de 484 mujeres, de las cuales, 100 fueron seleccionadas para la muestra.

También se destacan programas como “El poder de dar una mano” de Unicentro Bogotá que acompañó en 2022 a 50 MiPymes en la adquisición de nuevas competencias para la reinvención de su negocio, con talleres liderados por la Fundación Colombia Comparte.

Todas estas acciones demuestran cómo esta tendencia está impactando el desarrollo de la actividad comercial sin dejar de lado el compromiso social que caracteriza al sector.